De repente, de un día para otro, nuestra vida se paralizó y nos tocó tener que adaptarse a una nueva situación. Apareció en nuestras vidas y en el vocabulario de todos un virus llamado coronavirus (Covidien-19), rompiendo con nuestro día a día, nuestras rutinas, nuestro tiempo libre, amistades, familia, pérdida de libertad y un largo etcétera ; demasiados cambios en muy poco tiempo! Así que, de entrada, quiero transmitir que sentir cierto grado de estrés, ansiedad y apatía es normal en esta época de incertidumbre, por tanto, no hay que patologizar el tener esta sintomatología. Debemos recordar que el miedo es una emoción normal, además de conveniente, nos ayuda a adaptarnos y que nos prepara para el peligro.
Los seres humanos tenemos la necesidad de controlar lo que nos rodea, y cuando no es posible genera ansiedad. Perder la sensación de control genera incertidumbre y miedo a lo desconocido, el no saber qué es lo que pasará ni anticiparnos a lo que puede pasar. Además, pueden aparecer pensamientos de tipo catastrofista, preocupaciones anticipatorias en que nos ponemos en el peor, generando un gran malestar.
Los últimos estudios sobre el impacto psicosocial de Covidien-19, destacan en la población general que las alteraciones más habituales se encuentra la ansiedad (60%), depresión (46%), síntomas de estrés (17%), la insomnio (17%), percepción de soledad (3%) y el trastorno de estrés postraumático (3%). Así que, probablemente en algunos momentos nos podemos encontrar en una montaña rusa emocional, es normal!
Estas alteraciones no sólo se dan por la situación vivida, sino también por las consecuencias que se pueden dar por la propia pandemia. Hablamos de una posible pérdida del trabajo, una disminución de los ingresos mensuales, el cómo gestionar la probabilidad de volver a convivir las 24 horas del día con la pareja, hijos o compañeros de piso!
No es nada fácil de portal el momento que estamos pasando, así que debemos poner en acción nuestra capacidad de resiliencia, que es la capacidad de afrontar y recuperarse de las adversidades. Somos más fuertes y resistentes de lo que pensamos.
Es importante promover nuestro autocuidado mediante actividades que consideramos gratificantes, practicar ejercicio físico que resulta ser un gran protector contra el estrés, procurar tener espacios individuales para uno mismo, evitar la sobre, pasar tiempo al aire libre, tener unos hábitos de sueño regulados y cuidados, una alimentación equilibrada y no olvidarnos de mantenernos conectados con la familia y las amistades.